¿Tienes alguna herida emocional?
Honestamente, creo que todos tenemos heridas que nos provocan aflicción.
Aún hay palabras que siguen haciendo eco en nuestros corazones.
Hay acciones y actitudes que seguimos reproduciendo en nuestras mentes una y otra vez.
Nuestras heridas de una u otra manera han influenciado en las decisiones y acciones que hemos tomado. Al igual, que en las emociones y sentimientos que hemos experimentado.
Cuando una herida queda abierta, lo único que puede provocar es más dolor.
Es necesario identificar y tratar esa herida. Sanar y darle el tiempo para que cicatrice.
Infortunadamente, muchas veces nos saltamos los pasos y solo fingimos que la herida no existe y pretendemos estar bien.
La sanidad interior y la restauración en nuestras vidas es fundamental para cada uno de nosotros.
Piensa en una herida física, ¿Qué pasa cuando te cortas o te caes y se abre una herida en tu cuerpo?
Necesitas limpiarla, ¿cierto?. No te quedas con la suciedad de esa herida y le pones simplemente una “curita”.
Eso podría causar una infección y algo que podría haberse curado rápidamente, ahora tardará más e incluso dolerá más el proceso que la propia cortada o caída.
Eso mismo sucede con nuestras heridas emocionales que continúan latentes, provocando dolor y tristeza.
A veces, nos aferramos a nuestras heridas como si fueran trofeos, no queremos soltarlas aun cuando nos están lastimando. Preferimos mantener esa herida abierta, nos acostumbramos al dolor y nos conformamos con sentirnos “bien” por momentos.
No queremos pasar por el proceso de sanación y restauración. No queremos soltar ni entregar esa herida.
Pero para sanar, es necesario entregar nuestras heridas a Jesús y descansar en Él. Posiblemente el proceso dolerá, pero será necesario.
No hay herida tan grande que Cristo no pueda sanar. No hay dolor que nos pueda separar del amor de Cristo. No hay nada, absolutamente nada que nos pueda separar de su amor.
Al final, esa herida será una cicatriz que ya no dolerá.
Será parte de nuestra historia, sí.
Determinará nuestro futuro, no.
Heridas emocionales
Por Johanna Ochoa.
![](https://static.wixstatic.com/media/5fdf65_a0583b8762a04462b61d48048e205b44~mv2.png/v1/fill/w_980,h_1225,al_c,q_90,usm_0.66_1.00_0.01,enc_auto/5fdf65_a0583b8762a04462b61d48048e205b44~mv2.png)
Comments