Descubramos si el drama es parte de tu vida. Por Johanna Ochoa.
- Johanna Ochoa
- 18 ago 2021
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 18 ago 2021
Tomas todo personal.
¿Cuántas veces nos han hecho algún comentario inofensivo y lo tomamos como una ofensa? Tomamos el comentario muy apecho; lo personalizamos y malinterpretamos. Quizás fue un cumplido y nosotros lo percibimos como burla o ataque. Nos enfadamos por ello y ¡boom!, explotamos.
“El sabio no dice todo lo que piensa, pero siempre piensa todo lo que dice." -Aristóteles
2. Creamos problemas en donde no los hay.
Creamos escenarios irreales. Suponemos, imaginamos y construimos una historia basada en la información que tenemos. Tomamos esas suposiciones como reales. Pensamos por los demás; nos adelantamos a lo que harán, dirán y el como reaccionarán. Por si fuera poco, también suponemos sobre nosotros mismos.
“Reflexionar serena, muy serenamente, es mejor que tomar decisiones desesperadas.” -Franz Kafka
3. Hacemos una escena digna de un Oscar.
Cuando estamos enojados, irritados y ansiosos, queremos que los demás lo sepan. Es más, entre más se den cuenta, ¡mucho mejor! ¿Poooor? Porque queremos atención. Y no estaría mal buscar esa atención si lo hiciéramos de una manera correcta, pero en esos momentos hacemos lo contrario: “Subiré un estado bien dramático”, “Quitaré mi foto de perfil”, “Aplicaré la ley del hielo y no hablaré”. Y si estamos en público, no nos importa armar una escena de Broadway.
“Que tus decisiones reflejen tus esperanzas, no tus miedos.” Nelson Mandela
<< El que mucho habla, mucho yerra; el que es sabio refrena su lengua.>> Proverbios 10:19
4. Buscamos tener el control de todo y todos.
Si las cosas no salen como las imaginamos, ¡arde Troya! “¿Cómo es posible que suceda esto?”, “Tenía todo bajo control y ahora por culpa de alguien más, eso no salió”. Tendemos a echarle la culpa a los demás de todo lo que nos pasa y evadimos asumir nuestra responsabilidad y culpa.
“Mantente firme en tus decisiones, pero flexible en las formas de abordarlas.” Tony Robbins
5. Nos victimizamos.
Constantemente nos estamos quejando de todo lo que nos pasa. Tenemos pensamientos de autocastigo; “no haces nada bien", "ya la regaste otra vez”. Dejamos de prestar atención a las cosas buenas que nos suceden y nos enfocamos en una cosa mala que nos pasa.
Lo malo lo hacemos grande y lo bueno lo hacemos insignificante.
“Llorar está bien mientras dura. Pero tarde o temprano deberás detenerte, y tendrás que decidir qué hacer.” -C. S. Lewis
Entonces, ¿Eres una persona dramática?
Todos somos un poco dramáticos, es una reacción normal.
Pero debemos aprender a controlar ese drama. No seamos esclavos de nuestros pensamientos y no permitamos que nuestras emociones nos gobiernen.
En esos momentos de drama busquemos comunicarnos de forma efectiva, objetiva, transparente y honesta. Enfoquémonos en cosas reales, buenas, puras y agradables.
<< Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo>>. Efesios 4:31-32
He aprendido y sigo aprendiendo a controlar el drama de mi vida. Y déjame decirte que ese control no es con base en mis fuerzas. Muchas veces intenté hacerlo por mi cuenta; busqué detener ciertas conductas esperanzada y centrada en lo que yo podía hacer. Y eso no sirvió de nada.
Solo con la ayuda de Dios he podido cambiar esas actitudes. Y sí, sigo luchando y aún me faltan cambiar varias cosas. Pero sé que Cristo sigue trabajando en mí. Lo he visto. Él me sacó de un hoyo donde yo pensaba que no había salida. Y ahora, aun con los problemas, y desafíos que enfrento día a día, mi lucha es diferente porque no estoy sola, Cristo está conmigo.
Tú también puedes experimentar eso si te acercas a Él.
Comments