Hay días en los que no puedo dormir, días en los que mis pensamientos se apoderan de mí, días en los que la ansiedad regresa a mí. Hay días grises, bueno, honestamente algunos de ellos son bastante negros. No puedo ver con claridad, mi vista se nubla, mi fe tambalea y ese fuego que hay en mi interior se va a consumiendo. Me siento vacía, me siento decepcionada y enojada. Vienen sentimientos y pensamientos que hace mucho no sentía y eso me asusta, la verdad me inquieta porque no quiero volver a lo de antes, no quiero retroceder pero es tan difícil permanecer.
Es tan complicado permanecer quieta, confiando, hablado con Dios cuando todo se está cayendo a mi alrededor. Yo sé que me escucha, yo sé que no le soy indiferente y sé que tiene un plan para mí. Sé que incluso lo malo lo puede usar para hacerme un bien. No lo culpo de lo que me pasa. Pero debo aceptar que a veces me pregunto por qué lo permite. No culpo a Dios pero a veces le cuestiono y ya no sé que es peor. ¿Culparle o cuestionarle?
Creo que es peor cuestionarle, al menos cuando le culpaba era completamente honesta. Sin embargo, ahora que le cuestiono no soy totalmente honesta. Digo que creo en Él y confío en Él pero por otro lado me sigo preguntando ¿por qué no hace nada ante mi dolor? ¿Por qué la situación no cambia? ¿Cuánto tiempo más? ¿Cuántas veces más he de soportar esto? Ya no le culpo pero ahora le cuestiono. Le cuestiono como si yo pudiera hacer las cosas mejor de lo que Él las hace. Me pongo como juez, se me hace fácil dictar sentencia a todo y todos. Se me hace fácil señalar. Se me hace fácil…
Me pregunto muchas veces, ¿Por qué? y quiero encontrar una respuesta que sane mi alma, que tranquilice mis pensamientos, que traiga calma a mi mente. Quiero una respuesta.
Lo curioso es que he aprendido que la respuesta siempre ha estado ahí: CONFÍA.
Confiar en Dios y su soberanía es algo que debemos poner en práctica todos los días.
Cuando no sabemos qué futuro nos espera. Nuestra alma debe descansar en Jesús.
Isaías 55:8
« Mis pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos —dice el Señor—. Y mis caminos están muy por encima de lo que pudieran imaginarse.>>
Cuando llegue la tormenta más grande, debemos enfocarnos en Jesús y no en la tormenta, debemos verlo andar sobre el mar y no dudar ni temer.
Mateo 14: 8-33
<< Cuando los discípulos lo vieron caminar sobre el agua, quedaron aterrados. Llenos de miedo, clamaron: «¡Es un fantasma!». Pero Jesús les habló de inmediato: —No tengan miedo —dijo—. ¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí! Entonces Pedro lo llamó: —Señor, si realmente eres tú, ordéname que vaya hacia ti caminando sobre el agua. —Sí, ven —dijo Jesús. Entonces Pedro se bajó por el costado de la barca y caminó sobre el agua hacia Jesús, 3pero cuando vio el fuerte viento y las olas, se aterrorizó y comenzó a hundirse. —¡Sálvame, Señor! —gritó. De inmediato, Jesús extendió la mano y lo agarró. —Tienes tan poca fe —le dijo Jesús—. ¿Por qué dudaste de mí? Cuando subieron de nuevo a la barca, el viento se detuvo. Entonces los discípulos lo adoraron. «¡De verdad eres el Hijo de Dios!», exclamaron.
Cuando la montaña más grande se ponga delante de nosotros, nuestra fe debe moverla.
Mateo 14:32
<<Ustedes no tienen la fe suficiente —les dijo Jesús—. Les digo la verdad, si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a esta montaña: “Muévete de aquí hasta allá”, y la montaña se movería. Nada sería imposible.>>
Cuando tengamos las maletas listas pero sin un lugar a donde ir, debemos encontrar refugio en Jesús.
Confiar en Jesús exige dar el primer paso en el aire confiando en que Él nos sostendrá.
Incluso cuando tengamos la mirada llena de dudas, aun cuando todo apunta a que fracasaremos, aunque parezca que no hay salida. Debemos permanecer en Jesús y confiar en Él.
¿Qué dirás cuando Jesús cambie y arrebate todos tus planes?
Qué responderás cuando Jesús te pregunte: ¿Aún confías en mí?
Yo le digo: SÍ. Y, sabes ¿por qué? porque Él me ha levantado, me ha levantado de lo más bajo, me ha levantado aun cuando en el suelo solo había pedazos de mí. Él me ha sostenido incluso “cuando no lo veo actuar”, “cuando no lo escuchó” Jesús está ahí, ÉL está ahí y así ha estado para ti también. Voltea atrás y mira todo lo que ha hecho por ti. Mira atrás y ve como Dios te ha sostenido incluso en tu peor momento, mira como te ha abrazado aunque tú no querías ser abrazada. Mira atrás y ve las veces que Jesús te ha dicho: "aquí estoy" incluso cuando lo ignorabas.
Él está ahí, siempre ha estado y siempre estará para ti. No lo dudes, aférrate y confía. No es sencillo ni lo será pero, ya es hora de empezar a poner en práctica nuestra fe. No será comprensible muchas veces pero no estarás sola ni solo en el proceso. Dolerá, sí. Pero, créeme, él traerá consuelo a tu alma y te va a restaurar. Solo déjalo actuar, solo deja que Él perfeccione su obra en ti.
Permanece en Jesús.
Johanna Ochoa
"Y estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva."
Filipenses 1:6
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