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Hola, ¿Cómo estás?

Foto del escritor: Johanna Ochoa Johanna Ochoa

Actualizado: 11 ene 2022

Por Johanna Ochoa

 

Sin dudar, diría que la pregunta que más hacemos es “¿Cómo estás?”

Honestamente, no sé en qué momento empezamos a usar esta pregunta como un saludo obligado.

-“Hola, ¿Cómo estás?

- “Bien, y tú?”

- “Bien. “


A veces respondemos la verdad, pero muchas otras mentimos y no porque nos guste mentir. (eso espero) simplemente lo hacemos porque no queremos decir cómo nos sentimos realmente en ese momento.


“Estoy bien” quizás es la mentira más dicha por todos y lo peor es que no lo vemos como una mentira, ya estamos acostumbrados y programados a responder de esa manera.


Pero es muy cansado fingir, es muy agotador sonreír y decir: “estoy bien” cuando por dentro estás luchando con todas tus fuerzas para no caer.

Es muy agotador decir “estoy bien” cuando tu corazón apenas y puede latir.

Duele decir “estoy bien” cuando sientes que algo está oprimiendo tu pecho.

Es muy agotador y doloroso.

Detrás de un “estoy bien” se esconde un “me estoy cayendo” “me estoy rompiendo en pedazos. Detrás de un “estoy bien” se esconden un par de lágrimas que quieren salir. Detrás de un “estoy bien” hay un grito desesperado que pide solo un abrazo.


“¿Cómo estás? Terriblemente mal.

¿Cómo estás? Sin fuerzas y sin ganas.

¿Cómo estás? Destrozada.

Sin duda es un alivio poder responder así en nuestros peores momentos.


 

Debemos ser valientes y expresar lo que sentimos sin miedo al qué dirán, sin miedo a sentirnos vulnerables.

Es necesario, dejar de pretender que estamos bien cuando no lo estamos y tenemos que aprender a escuchar a las personas y no solo esperar que respondan “estoy bien” o dar por hecho que la persona “está bien”.


Debemos tener la seguridad de que si decimos “estoy mal” habrá alguien ahí que nos ayudará a sentirnos mejor. Quizás, con una palabra, un abrazo o simplemente escuchándonos.

Es una hermosa y gran bendición tener a una persona con la que podamos ser honestos y si nos pregunta: “¿cómo estás?” podamos responder: “estoy mal”.

Es esencial tener a alguien y ser ese alguien que en momentos de crisis te acerque más a Dios.

 

Y sobre todo, tenemos que recordar que en esos momentos en los que no estamos bien, en esos momentos de crisis donde todo se ve gris y nos sentimos sin fuerzas. En esos momentos tenemos que recordar que tenemos un Dios fiel.

Un Padre amoroso que conoce perfectamente cómo estamos y con lo que estamos luchando.

Tenemos que recordar que no estamos solos en la batalla.

Tenemos que ir y buscar consuelo en el único que puede traernos paz aun cuando todo parece derrumbarse. Aun cuando parece que no lo vemos, aun cuando parece que no lo sentimos o escuchamos, él siempre está ahí, siempre ha estado y siempre estará porque nuestro Dios es fiel.

 

21 No obstante, aún me atrevo a tener esperanza cuando recuerdo lo siguiente:
22 ¡El fiel amor del Señor nunca se acaba! Sus misericordias jamás terminan. 23 Grande es su fidelidad; sus misericordias son nuevas cada mañana. 24 Me digo: «El Señor es mi herencia, por lo tanto, ¡esperaré en él!».
25 El Señor es bueno con los que dependen de él, con aquellos que lo buscan. 26 Por eso es bueno esperar en silencio la salvación que proviene del Señor.
Lamentaciones 3 : 18-26






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