top of page

REDIRIGIENDO. Por Jo 8a

Foto del escritor: Johanna Ochoa Johanna Ochoa

Actualizado: 11 ene 2022


Voy de regreso a casa, conduciendo sola en una zona desconocida. “Waze” había venido guiándome muy bien pero no escuché a tiempo su última instrucción y me seguí de largo. Se me hizo fácil pensar que enseguida encontraría un retorno, una salida.

Continué manejando y cada vez me fui alejando más de mi destino. Me fui alejando más de casa.

La batería de mi celular con solo un 20%. “Redirigiendo” es lo único que podía escuchar, "Redirigiendo”.

Me empecé a estresar y solo esperaba que “Waze” me dijera que camino debía tomar. Una vez más: “Redirigiendo”.

comencé a preguntar por una salida a los conductores que pasaban cerca de mí. Unos, me decían que debía tomar un camino. Mientras otros, me comentaban que debía tomar un camino diferente.

“Redirigiendo” de nuevo solo puedo escuchar eso.


Después de todo el miedo y estrés que sentí al verme perdida, comencé a ubicarme. Aún no sabia bien donde estaba, pero el lugar me parecía familiar y me sentí un poco más segura. Waze ya estaba dándome las indicaciones nuevamente y ya no escuchaba “redirigiendo”. Lo único que deseaba era llegar a casa.

 

Esta experiencia me deja pensando en nuestro andar con Dios.

Dios es quien guía nuestras vidas, él siempre nos va a mandar por el camino que más nos convenga. No necesariamente el camino que más nos gusta, pero si será el camino más seguro para nosotros ya que Él estará delante de nosotros, guiándonos.

Pero, ¿Qué pasa cuando Dios no es quien dirige nuestro camino?

Bueno, cuando Dios no va al frente podría decir que pasa lo mismo que nos pasa cuando Waze o Google maps nos falla. Nos perdemos.

Tomamos la ruta equivocada y al principio creemos que somos capaces de salir pero la verdad es que conforme va pasando el tiempo, nos damos cuenta de que cada vez estamos más lejos de casa.

Esperamos alguna indicación, pero no la escuchamos. Al no escuchar, le preguntamos a otros que camino deberíamos tomar. Asumiendo, que ellos tienen la respuesta. Creyendo, que ellos podrán dirigirnos por el camino correcto.


Sin embargo, lo único que conseguimos es alejarnos cada vez más y empezamos a dar vueltas desesperadamente.

 

Nos sentimos tan perdidos que incluso creemos que Dios no nos va a encontrar, creemos que Dios no nos va a rescatar una vez más.

Así que, seguimos aferrándonos a nuestras propias fuerzas y a nuestra propia sabiduría, pensando en que nosotros vamos a encontrar la salida correcta, sin ayuda.

No queremos que Dios nos rescate una vez más. Ya lo ha hecho tantas veces que pensamos que ya se cansó de rescatarnos.

Quizás, pensamos eso por vergüenza o culpa; Al sentir que le hemos fallado tantas veces a Dios, sentimos que Él ya no irá a nuestro rescate.


Si continuamos caminando solos, nos vamos a perder y vamos a sentirnos desesperados, asustados, desesperanzados y rotos. Seguramente, encontraremos caminos más “placenteros”, menos dolorosos y más atractivos. Pero te aseguro que al final de esos caminos solo encontraremos un vacío que nada ni nadie podrá llenar. Así que, intentaremos tomar otra desviación a ese camino para encontrar algo que nos llene, encontrar algo que nos dé placer, al menos por un momento y lo encontraremos pero de nuevo, al final de ese camino estaremos solos, vacíos, destruidos y rotos.

Tenemos que dejar de buscar respuestas en las personas equivocadas.

Si estás perdida o perdido busca encontrar el camino en Jesús.

En él encontraras el único camino verdadero. Un camino que no será sencillo pero valdrá la pena seguir.

Jesús es el único que irá por ti cuando estés perdido.

Él es el único que te buscará sin cansancio, dejará todo y dará todo para rescatarte.

Jesús te rescatará las veces que sea necesario.

 

Jesús dejará todo y dará todo para rescatarte y llevarte de nuevo a casa.

Jesús entonces les contó esta parábola: «Supongamos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas.
¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? Y, cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido”.
Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse. “
S. Juan 15:3-7

¿Cuándo fue la última vez que te sentiste perdida o perdido?


No hay razón para que andes divagando, desorientado buscando como regresar a casa cuando lo único que tienes que hacer es llamar a Jesús y dejar que él te rescate.


Johanna Ochoa


 
El hecho de que Jesús deje a las 99 ovejas para encontrar a la oveja perdida parece ilógico e irracional pensamos que no tiene sentido hasta que esa oveja perdida eres tú.

 




Comments


¡Muchas gracias por visitarme y leerme!

bottom of page