Vivimos en una sociedad donde se quiere todo rápido y sin esfuerzo.
Comida, relaciones, distracciones, y emociones rápidas.
¡Todo lo queremos rápido!
No queremos esperar y ¡No nos gusta esperar!
![](https://static.wixstatic.com/media/5fdf65_56b43d626eda4d81ade41610f4418485~mv2.jpg/v1/fill/w_600,h_362,al_c,q_80,enc_auto/5fdf65_56b43d626eda4d81ade41610f4418485~mv2.jpg)
Lo podemos ver en cosas tan sencillas como navegar en internet.
¿Qué pasa si una página se tarda en abrir? La cerramos y abrimos otra.
¡No podemos esperar microsegundos! Nos desesperamos rápidamente.
Ejercitar nuestro dedo en nuestras pantallas sin duda se ha convertido en nuestra actividad favorita
Otro claro ejemplo de nuestra rápida y superficial manera de vivir es cuando estamos revisando nuestras redes sociales; ¿Qué es lo que hacemos?
“scrollear” y “scrollear” es decir, simplemente vamos moviendo nuestro dedito por la pantalla pasando de una publicación a otra.
Pasando a otra foto, a otro texto, otro video. Nos encanta “scrollear”.
Ejercitar nuestro dedo en nuestras pantallas sin duda se ha convertido en nuestra actividad favorita. Pasando de una cosa a otra rápidamente sin prestar atención.
Mi último ejemplo es la manera en la que usamos el microondas.
(Sí... así como lo leíste. Mi último ejemplo es el microondas).
Cuando usamos el microondas tenemos el “control” de decidir cuanto tiempo queremos esperar.
Pero, debo confesar que aun teniendo ese “control” aun decidiendo cuanto tiempo quiero esperar, me desespero. Y, ¿qué es lo que hago? Pues detengo el proceso y saco lo que sea que esté calentando. ¡Lo más ridículo es que muchas veces solo faltan 3 segundos para terminar y no puedo esperar!
Todo esto me lleva a reflexionar en mi andar con Cristo.
En algún momento pensé que mi transformación sería rápida. Pensé que de un día para otro Dios iba a cambiarme y transformarme.
Y no me malinterpretes, sé que Dios tiene el poder para hacerlo, pero así no es como quiere hacerlo.
Ser como Cristo, es un proceso de crecimiento, largo y gradual; Se requiere un proceso y esfuerzo.
Todos los días batallo con eso. Lucho con no hacer las cosas a mis tiempos, lucho con no correr y esperar en el tiempo de Dios.
¡Vaya que es difícil!
Yo sé que Su tiempo es perfecto y sé que lo que Él quiere lograr en mí es mucho más grande de lo que yo pueda tener en mente.
Aun así, sigo luchando con mi desesperación y ansias.
Dios está trabajando esa área en mí. He estado en situaciones y estoy en situaciones donde mi paciencia se pone a prueba una y otra vez; Mis planes y mis sueños cambian drásticamente de un día para otro y Dios me pide que espere, que confíe, que no me desanime.
En esa lucha, en esa gran batalla me adueño y me aferro a Dios y Sus promesas. Su Palabra dice:
“Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza”. Jeremías 29:11
El tiempo de Dios es bueno. Él sabe lo que tú no sabes y sabe lo que es mejor para ti. El tiempo de Dios es perfecto y requiere que seamos pacientes.
Dios está trabajando en mi corazón y en mi mente. Todos los días tengo que repetirme: “espera aún hay mucho por hacer”.
Yo quiero un cambio temporal, pero Cristo quiere darme un cambio eterno.
Debo confesar que hay días en los que digo; “yo soy muy paciente” pero pasa algo, viene una prueba y me doy cuenta de lo equivocada que estoy. Es ahí donde entiendo que esas pruebas Dios las está usando para trabajar en mí. Me doy cuenta de que esos momentos de silencio y espera, Dios los está usando para transformarme.
Debemos aprender a esperar aun cuando es complicado y difícil.
Esperar requiere; fe, amor, paciencia, esfuerzo, determinación, fortaleza, disciplina, y perseverancia.
Todos los días le tengo que repetirle a mi corazón: no te afanes, apures, desanimes ni te desesperes; Confía en Dios. Ten fe.
“Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová”. Salmos 27:14
Líneas atrás mencioné que muchas veces detengo el proceso de calentar algo en el microondas porque me desespero. Bueno, te invito a que no seas como yo, y no detengas tu proceso por lento y difícil que parezca.
No quieras terminar con la obra perfecta que Dios está haciendo en ti solo por no saber esperar en Sus tiempos.
Ser como Cristo, es un proceso de crecimiento, largo y gradual. Dios está continuamente trabajando con nosotros y en nosotros. No debemos caer en la desesperación y querer ver una transformación rápida en nuestra vida sin estar dispuestos a esperar, trabajar, perseverar y esforzarnos día a día.
Hay mucho por hacer, tenemos que cambiar, mejorar y quitar muchas cosas.
Dios quiere que lleguemos a ser semejantes a Cristo y Él nos prepara para eso. Ser semejantes a Cristo es un crecimiento progresivo que tomará el resto de nuestras vidas.
“Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús. “Filipenses 1:6
Canción recomendada: Jesús vengo a ti.
Gracias doy a Dios por tu vida. Al leerte he podido reflexionar en torno de la importancia de comprender que estamos en un proceso continuo hasta que lleguemos a la estatura del varón perfecto, nuestro Señor Jesús. Mientras estemos en esta tierra, somos peregrinos en formación hasta que algún día podamos habitar en la tierra prometida "la Nueva Jerusalén", al lado de Nuestro Padre Eterno.
Gracias por compartir.