Últimamente ha estado en tendencia el hacer películas o series basadas en los villanos “favoritos” de todos.
Maléfica es un claro ejemplo de esto. Todos conocemos la historia de la bella durmiente. Muchos de nosotros vimos ese clásico de Disney cuando éramos pequeños.
Y, como era de esperarse, crecimos viendo a Maléfica como la bruja malvada.
Pero ¿Qué pasa cuando sale una película contando la historia de Maléfica?
Bueno, todo cambia. Muchos terminan amando a maléfica y sintiendo empatía por ella ahora que conocen su historia.
El mismo cuento que conocíamos ahora tiene dos historias.
Eso me deja pensando en nuestra historia con Dios.
Nosotros tenemos una versión y creemos y nos sentimos con autoridad de decir que nuestra versión es infalible, auténtica y la única que vale.
Eso me ha pasado cuando me quejo y me deprimo al no poder escuchar la voz de Dios en mi vida. Me deprime el no poder sentirlo en mis problemas y siento como si me hubiera abandonado. Me quedo con una parte de la historia, mi versión y no veo más allá.
Y me digo: "no entiendo… Leo la biblia, oro, voy a la iglesia, intento realizar las cosas como Dios quiere, intentó vivir una vida cristiana pero aun así no puedo escucharlo, no puedo sentir la presencia de Dios en mi vida."
Antes sentía una llama ardiente en mi interior, podía sentir ese fuego en mi interior. Pero, hay veces que apenas y siento esa llama, apenas y me calienta ese fuego. Siento como esa llama va perdiendo fuerza, va perdiendo calor, siento como me voy enfriando.
Y sigo sin entender por qué no puedo escucharlo.
Pero, como dije al principio; cada historia tiene dos versiones. Yo ya di mi versión, ya la leí, ya me la repetí muchas veces pero ahora no puedo evitar preguntarme:
¿Qué me diría Dios?
Primero, creo que me diría: Querida, no puedes escucharme porque hay demasiado ruido en tu cabeza. Tienes demasiados pensamientos vagos, negativos, frívolos, pensamientos que no tienen nada que ver conmigo. Querida, Yo estoy constantemente hablando, siempre estoy hablándote pero tu mente está llena de todo menos de mí. Estás más interesada en la pantalla de tu celular que en mí. Te interesa más ejercitar tu dedo en la pantalla de tu celular, viendo cosas solo por ver, escuchando cosas solo por escuchar, compartiendo solo por compartir. Estás más interesada en compartir tu vida con otros que conmigo.
Y tienes razón, si hablas conmigo, si oras, pero tu mente está en otro lado al hacerlo. No hay una conexión intensa ni estable. Estás orando pero tu mente está trabajando en otras cosas y tu corazón está desconectado.
Y cuando llegas a conectar tu corazón conmigo, cuando llegas a establecer una conexión intensa en tu oración conmigo, me siento tan feliz de tenerte cerca, me siento amado por ti así como tú eres amada por mí. Asimismo anhelo que tengamos esa conexión todos los días pero no sucede, a veces lo haces dos días, tres, una semana pero después vuelves a desconectar tu corazón. Vuelves a orar pero tu corazón apenas y está latiendo y es difícil escucharlo.
Amada, Yo estoy hablando, te estoy buscando todo el tiempo pero no hay un momento de silencio en tu mente. Te llenas de todo menos de mí. Ahogas mi voz con todo ese ruido que hay en tu cabeza.
Sé que tienes muchas cosas que realizar, sé que tienes muchos pendientes pero necesito que pongas prioridades. Compartir cosas en tus redes sociales está bien pero eso no es una prioridad. YO SOY una prioridad. La escuela, el trabajo, ayudar en casa, todo eso es importante y esfuérzate en cada una de tus tareas pero YO SOY más importante.
Dame el tiempo que quieras darme pero dame lo mejor de ti, dame un tiempo de calidad, un tiempo que sea solo para ti y para mí.
El tiempo es el recurso más valioso que tienes y querida, llegará el momento en el que Yo te pida cuentas de todo lo que hiciste o dejaste de hacer con el tiempo que te di.
Creo que eso me diría Dios y quizás sueno muy atrevida al decirlo, pero ese es mi sentir y quiero compartirlo contigo. Quizás tú has estado batallando con escuchar la voz de Dios al igual que yo. Quizás has sentido que esa llama en tu interior se está enfriando.
Quizás has pensado que Dios ya no te habla. Pero, déjame decirte que Dios siempre está hablando. Siempre. Él no es indiferente a nuestros problemas, a nuestro dolor, a nuestras preocupaciones. Él quiere consolarnos, quiere darnos paz y quiere que lo escuchemos.
Tenemos que desconectarnos de todo y estar en silencio por un momento para poder escucharlo. Tenemos que mantener esa llama encendida todos los días. Tenemos que permanecer todos los días.
No es una tarea fácil. Requiere esfuerzo, dedicación y sobre todo amor, mucho amor.
¿Qué vamos a hacer? Seguir llenando nuestra mente y corazón de cosas que nos alejan de Dios y nos impiden escuchar Su voz, o ¿vamos a quedarnos en silencio y enfocarnos en escuchar la voz de Dios?
Permanece en Jesús.
Johanna Ochoa
"Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio. Pongan en práctica lo que de mí han aprendido, recibido y oído, y lo que han visto en mí, y el Dios de paz estará con ustedes." Filipenses 4:8-9
Comments